Es bien conocido el papel esencial que juega el cobre en el mundo de la electricidad y la electrónica, tanto en la fabricación de cables como de otros elementos y componentes. Quizá lo es menos, para el gran público, el hecho de que el cobre es 100% reciclable y que no pierde sus propiedades químicas o físicas aunque el proceso se repita continuamente.
Las ventajas son claras ya que el reciclaje supone un consumo de energía y unos costes menores que la extracción y el resto de los procesos asociados. Hoy en día, más del 30% de la demanda anual de cobre a nivel mundial -unos 28 millones de toneladas- se cubre gracias al reciclaje. Curiosamente, la implantación del euro en 2002 impulso el reciclaje del cobre al haberse de retirar cantidades ingentes de monedas que dejaron de ser de curso legal.
Las fuentes de generación de residuos de cobre más importantes son tres. La primera se encuentra en las propias instalaciones donde se refina y funde el cobre, en este caso el material se reintegra en el ciclo productivo in situ sin más problemas. La segunda se halla en otros procesos industriales que usan cobre cuando este deviene un elemento sobrante. La tercera fuente, y la más importante numéricamente, son los productos (procedentes sobre todo de la construcción y la electrónica) que contienen cobre y que han terminado su ciclo de vida. En estos dos últimos casos adquiere mucha importancia el sistema de gestión de residuos.
Actualmente, el uso principal del cobre en el mundo (un 45%) es para la red eléctrica. Le siguen la construcción (20%), el transporte (12,5%) y los electrodomésticos y productos electrónicos (12,5%). El 10% restante se destina a monedas, esculturas, joyería, instrumentos, musicales, utensilios de cocina y otros bienes de consumo.
Cobre y ODS
La industria del cobre es una de las más conscientes sobre la importancia de este material en relación con la sostenibilidad y la circularidad. Esta conciencia se ha expresado en la voluntad de la International Copper Association (ICA) a través de su red Copper Alliance ® de contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Esta organización es el nexo que conecta la actividad industrial “aguas arriba” (minería y fundición / refinado) y “aguas abajo” (fabricación) de la cadena de valor del cobre. La ICA tiene 39 empresas afiliadas que representa la mayor parte de la producción mundial
La ICA lidera diversas iniciativas. Por una parte, está la recopilación y puesta a disposición de información que permita a los usuarios del cobre evaluar su impacto y sus beneficios a lo largo de todo el ciclo de vida. Dentro del Análisis de Ciclo de Vida (ACV) se halla el Inventario del Ciclo de Vida (ICV). Esta herramienta, que cataloga todas las entradas y salidas medioambientales de un sistema de productos, se ha aplicado de forma completa al cobre y permite observar los recursos utilizados, los subproductos generados, así como las emisiones al aire y al agua producidas, y se puede ver en el documento Perfil ambiental del cobre (disponible en español) realizado por la ICA.
Esta organización también ha determinado qué procesos son los que más contribuyen a los posibles impactos ambientales con el fin de identificar oportunidades de mejora de las operaciones de la industria. Los impactos considerados en el análisis han sido: la demanda de energía, el calentamiento global, la acidificación, la eutrofización, la formación de esmog y la disminución de la capa de ozono.